lunes, 27 de febrero de 2017

Unas aguas más cálidas podrían significar más mariscos tóxicos

Unas temperaturas oceánicas inusualmente cálidas cerca del noroeste del Pacífico en EE UU. se han vinculado con niveles peligrosos de una toxina natural en el marisco. Pero unos investigadores informan que han desarrollado nuevas formas de predecir esos brotes tóxicos.
La toxina, el ácido domoico, es producido por las algas, o plantas, marinas. Se acumula en el pescado y el marisco, planteando una amenaza potencial. Consumir la toxina puede ser nocivo para los humanos, apuntaron los investigadores.
El proyecto fue financiado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE. UU.
"Describimos un método completamente nuevo de comprender y predecir los brotes tóxicos a gran escala, vinculando las concentraciones de ácido domoico en el marisco con las condiciones oceánicas provocadas por las fases de agua cálida de los ciclos de eventos del clima natural", aseguró la autora del estudio, Morgaine McKibben, de la Universidad Estatal de Oregón.
Esos "ciclos de eventos del clima" incluyen a El Niño y un patrón climático similar pero a largo plazo llamado Oscilación Decadal del Pacífico, dijo McKibben en un comunicado de prensa de la NOAA.
McKibben y sus colaboradores usaron extensos datos biológicos, químicos y físicos para crear una herramienta de análisis del riesgo basada en el clima.
Los investigadores dijeron que las pesquerías de Washington, Oregón y California podrían usar el programa de computadora para predecir dónde y cuándo el ácido domoico alcanzará niveles malsanos en el marisco.
Los brotes nocivos de algas han obligado a las pesquerías a cerrar. También han conducido a muertes masivas de leones marinos, delfines, ballenas y otras criaturas marinas, dijeron los investigadores.
Matt Hunter, coautor del estudio, trabaja con el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Oregón. Comentó que "una advertencia por adelantado de cuándo es probable que los niveles de ácido domoico superen los umbrales de salud pública en el marisco es extremadamente útil".
"Agencias como la mía pueden usar este modelo para anticipar los riesgos del ácido domoico y prepararse para periodos de monitorización y evaluaciones más intensas, ayudando a orientar mejor nuestras decisiones y a garantizar la seguridad de los cangrejos y mariscos recogidos", añadió Hunter.
Se instauran prohibiciones de pescar cuando los niveles de ácido domoico llegan a ser nocivos en el marisco, dijeron los investigadores.
Marc Suddleson es administrador del programa de brotes dañinos de algas en la NOAA. Apuntó que "las pesquerías comerciales y recreativas a lo largo de la costa oeste son una industria multimillonaria. Mejorar nuestra capacidad de predecir con precisión los niveles de toxinas de algas en el marisco respalda cierres o aperturas oportunos y dirigidos de pesquerías, lo que es esencial para evitar el trastorno económico y proteger la salud pública".
El nuevo informe aparece en la edición del 9 de enero de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: U.S. National Oceanic and Atmospheric Administration, news release, Jan. 9, 2017
HealthDay

viernes, 24 de febrero de 2017

El impacto de la pobreza en la salud mental de un niño

Crecer en la pobreza expone a los niños a unos niveles más altos de estrés, lo que puede conducir a problemas psicológicos más adelante en la vida, sugiere un nuevo estudio.
Los investigadores de la Universidad de Cornell reportaron que los niños que crecen en la pobreza son más propensos a tener una memoria espacial a corto plazo reducida. El estudio también reportó que esos niños parecen ser más tendientes a la conducta antisocial y agresiva, como el acoso.
Los niños pobres también son más propensos que los niños de hogares con ingresos medianos a sentirse indefensos, sugirieron los autores del estudio.
Por supuesto, los hallazgos no significan que todos los niños que crecen en la pobreza tendrán esos problemas, solo que el riesgo es más alto, dijeron los investigadores.
"Lo que esto significa es que si alguien nace pobre está en camino de tener más de esos tipos de problemas psicológicos", señaló en un comunicado de prensa de la universidad el autor del estudio, Gary Evans, profesor de psicología ambiental y del desarrollo.
Los investigadores dijeron que los efectos psicológicos negativos de crecer en la pobreza podrían surgir del estrés.
"Con la pobreza, uno se expone a mucho estrés. Todo el mundo tiene estrés, pero las familias y los niños con bajos ingresos tienen mucho más", advirtió Evans. "Y los padres también tienen mucho estrés. Así que para los niños hay una exposición acumulativa al riesgo".
En el estudio, los investigadores monitorizaron a 341 niños y adultos jóvenes durante 15 años. Los participantes se evaluaron en cuatro intervalos: a los 9, 13, 17 y 24 años de edad.
La memoria espacial a corto plazo de los jóvenes se evaluó pidiendo a los participantes de más edad que repitieran correctamente una serie de secuencias complejas de luces y sonidos al presionar cuatro almohadillas de colores en un orden determinado.
Los que crecieron en la pobreza no pudieron realizar esta tarea tan bien como los que tenían un historial de ingresos medianos.
"Es un resultado importante, porque la capacidad de retener información en la memoria a corto plazo es fundamental para una variedad de habilidades cognitivas básicas, incluyendo el lenguaje y el logro", escribieron los autores del estudio.
También se pidió a los participantes del estudio que resolvieran un rompecabezas imposible para evaluar su sentimiento de indefensión. Los adultos que crecieron en la pobreza se rindieron un 8 por ciento más rápidamente que los que no fueron niños pobres. Los adultos que crecieron en la pobreza también eran más propensos a estar de acuerdo con afirmaciones como "discuto mucho" y "soy demasiado impaciente" que los que no.
El estudio también encontró que los adultos que crecieron en la pobreza tenían niveles más altos de estrés físico crónico durante toda la niñez y que persistían en la adultez.
Los hallazgos del estudio podrían tener implicaciones amplias, dado que los niños que crecen en la pobreza tienden a seguir siendo pobres en la adultez, anotó Evans. Más o menos un 40 por ciento de los hijos varones tienen ingresos similares a sus papás, dijeron los investigadores.
"La gente tiene la idea de que si uno trabaja duro y sigue las reglas, puede prosperar", comentó Evans. "Y eso es solo un mito. Simplemente no es verdad".
Es probable que los niños pobres necesiten ayuda a principios de la vida para prevenir esos problemas psicológicos. "Si no se interviene temprano, será realmente difícil y costará mucho intervenir más tarde", planteó.
Evans dijo que una forma posible de reducir la exposición de los niños pobres al estrés y su riesgo de problemas psicológicos podría ser mejorar los ingresos de sus familias. Una forma de hacerlo sería crear una red de seguridad para las familias pobres con hijos, similar a los ingresos complementarios del Seguro Social para las personas mayores y discapacitadas, dijo.
"No es verdad que no se puede hacer nada respecto a la pobreza. Se trata simplemente de si hay voluntad política, y si la gente está dispuesta a replantear el problema, en lugar de culpar a la persona que es pobre y, algo incluso más ridículo, culpar a sus hijos", enfatizó.
"Es un problema de la sociedad, y si decidimos reasignar recursos como hicimos con las personas mayores y el Seguro Social, podríamos cambiar el tipo de datos que este estudio muestra", afirmó.
"¿Podríamos deshacernos de la pobreza? Probablemente, no", apuntó Evans. "Pero creo que podríamos cambiarla de forma dramática".
El estudio aparece en una edición reciente de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: Cornell University, news release, Jan. 3, 2017
HealthDay

martes, 21 de febrero de 2017

Comer mucha carne roja podría vincularse con un trastorno intestinal en los hombres

Los hombres que comen mucha carne roja tienen un riesgo más alto de una dolorosa afección inflamatoria del colon, sugiere un estudio reciente.
El trastorno, llamado diverticulitis, provoca un dolor abdominal, náuseas y estreñimiento graves. Y puede conducir a complicaciones como desgarramientos o bloqueos en el colon.
El nuevo estudio encontró que los hombres que más carne roja comían tenían un 58 por ciento más de probabilidades de desarrollar diverticulitis, en comparación con los que menos carne roja comían.
Los hallazgos no prueban causalidad, enfatizó el investigador principal, el Dr. Andrew Chan, gastroenterólogo del Hospital General de Massachusetts, en Boston.
Por otro lado, señaló, ya hay motivos para pensar en reducir la carne roja. El consumo abundante se ha vinculado con unos riesgos más altos de enfermedad cardiaca y ciertos tipos de cáncer, apuntó Chan.
"Este estudio ofrece un motivo más para pensar en limitar la carne roja en la dieta", dijo.
A medida que la gente envejece, es común que se formen "bolsas" en el revestimiento del colon; más de la mitad de los estadounidenses de a partir de 60 años de edad las tienen, según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EE. UU.
La mayoría de las personas que tienen esas bolsas no sufren problemas, pero más o menos un 5 por ciento desarrollan diverticulitis, cuando las bolsas se infectan o inflaman.
Alrededor de 200,000 estadounidenses son hospitalizados por diverticulitis cada año, según los NIH.
Los nuevos hallazgos, publicados en línea el 9 de enero en la revista Gut, se basan en un estudio a largo plazo de más de 46,000 profesionales de la salud de sexo masculino.
A lo largo de 26 años, 764 de los hombres desarrollaron diverticulitis. El riesgo más alto se dio entre los hombres que estaban en el 20 por ciento superior respecto a la ingesta de carne roja. Tenían un 58 por ciento más de probabilidades de ser diagnosticados con la afección, frente a los hombres del 20 por ciento inferior.
Los hombres del grupo superior comían, en promedio, 12 porciones de carne roja por semana, mientras que los que tenían el consumo más bajo consumían, en promedio, poco más de una porción por semana.
Por supuesto, podría haber muchas diferencias entre los hombres que comen muchas hamburguesas y otras carnes y los que no, anotaron los autores del estudio.
Así que el equipo de Chan tomó en cuenta factores como una edad mayor, fumar, la obesidad, la falta de ejercicio y un consumo bajo de fibra, que se han vinculado con un riesgo más alto de diverticulitis.
Incluso entonces, la carne roja siguió estando vinculada con un riesgo más alto, sobre todo la carne no procesada, como los filetes y las hamburguesas.
No está claro cómo interpretar esto, según Chan. Dijo que una explicación potencial es que las personas por lo general comen porciones más grandes de carne roja no procesada, en comparación con los embutidos.
Una dietista que no participó en el estudio dijo que es "imposible" sacar alguna conclusión sobre la causalidad.
Pero otros estudios han vinculado una ingesta alta de carne roja con enfermedades del colon, señaló Lona Sandon, profesora asistente de nutrición clínica en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, en Dallas.
Además, dijo, todo el mundo debería intentar comer más verduras, granos integrales y una variedad de proteínas.
"En realidad, se trata de tener más variedad en las opciones de proteína", planteó Sandon. "Cambie la carne roja por pescado o aves, o incluso fuentes vegetales como el tofu, las habichuelas y las legumbres".
En este estudio, no hubo ningún vínculo entre las aves o el pescado y el riesgo de diverticulitis. Basándose en esas cifras, el equipo de Chan estimó que si los hombres reemplazaran una porción diaria de carne roja por pollo o pescado, el riesgo de diverticulitis se reduciría en un promedio de un 20 por ciento.
"Sustituir la carne roja por pescado o aves podría ser beneficioso", dijo Chan.
¿Por qué la carne roja contribuiría a la diverticulitis? No está claro, dijo Chan. Pero apunta a algunas teorías.
Por un lado, los alimentos que las personas consumen pueden afectar al "microbioma" intestinal, la inmensa colección de bacterias que habitan en el tracto digestivo. Algunos investigadores sospechan que el microbioma tiene un rol en la diverticulitis, apuntó Chan, aunque por ahora no se ha probado.
También hay evidencias de que consumir mucha carne roja ayuda a fomentar una inflamación crónica de bajo nivel en el cuerpo, dijo Chan. Eso, a su vez, podría aumentar el riesgo de diverticulitis.
Como el estudio se concentró en los hombres, las investigaciones futuras deben observar si los mismos patrones se sostienen en las mujeres, según Chan.
Pero no hay motivos biológicos para creer que los hallazgos diferirían según el sexo, comentó. Además, las mujeres ya tienen bastantes motivos para buscar una dieta saludable que limite la carne roja, aseguró Chan.
Sandon se mostró de acuerdo. "Las Directrices Dietéticas para los Estadounidenses recomiendan una dieta basada sobre todo en plantas para fomentar la salud, y eso incluye la salud del colon", dijo. "Llene la mitad de su plato con frutas y verduras, elija granos integrales y varíe las fuentes de proteína".


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Andrew Chan, M.D., M.P.H., program director, gastroenterology training program, Massachusetts General Hospital, Boston; Lona Sandon, Ph.D., R.D.N., assistant professor, clinical nutrition, University of Texas Southwestern Medical Center, Dallas; Jan. 9, 2017, Gut, online
HealthDay

sábado, 18 de febrero de 2017

Cuanta más proximidad a las autopistas, más riesgo de sufrir demencias seniles

La demencia afecta a unos 47,5 millones de personas en todo el mundo y cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos, según la OMS. Un 60-70% de esos casos son Alzheimer. El Informe mundial sobre el Alzheimer 2015 indicaba que España es el tercer país del mundo con mayor prevalencia de demencia -un 6,3% de los mayores de 60 años-, sólo superada por Francia e Italia, dato comprensible si se tiene en cuenta que España es uno de los países con mayor esperanza de vida.
Hasta un tercio de los factores de riesgo de la demencia siguen sin identificar, pero cada vez más estudios apuntan a la contaminación atmosférica y al ruido como otras posibles causas. Un nuevo trabajo que publica The Lancet indica que las personas que viven cerca de rutas con tráfico intenso tienen más riesgo de desarrollar un tipo de demencia senil como el Alzheimer. En el estudio, realizado por la Agencia de Salud Pública de Ontario (Canadá), se ha estudiado durante 10 años a los más de seis millones de residentes de esa provincia canadiense.

Para ello, se crearon cinco distancias: menos de 50 metros a la carretera, de 50 a 100 metros, de 101 a 200, de 201 a 300 y más de 300. Los que viven a menos de 50 metros tienen hasta un 7% más de riesgo de sufrir demencia, un 4% más los que residen a 50-100 metros y un 2% más los que viven a 101-200 metros. A partir de esa distancia el incremento del riesgo se vuelve inexistente, según el equipo canadiense dirigido por Hong Chen, que tampoco descarta la posibilidad de que el ruido sea otro de los factores que influyen para obtener estos resultados.
"Este estudio es el más grande y donde mejor se ha definido la enfermedad de la demencia. Amplía el conocimiento de los efectos negativos de la contaminación urbana y nos dice que además del ictus, el infarto de corazón, las enfermedades respiratorias o el cáncer de pulmón también interviene en la demencia. De ahí su importancia, aunque los hallazgos no son nuevos. Ya sabíamos desde hace 10 años, por estudios en autopsias, de efectos propios de Alzheimer en niños más expuestos a la contaminación. Esto es porque las partículas ultrafinas del aire producen una inflamación que es común con esa enfermedad", explica Jordi Sunyer, codirector del Centro de Investigación de Epidemiología Ambiental.
Este estudio no establece un vínculo entre la proximidad del tráfico con el Parkinson o la esclerosis múltiple. Tampoco ha demostrado una relación causa-efecto con la demencia, pero sí indicios sólidos del efecto en la misma de los contaminantes, como el dióxido de carbono, y las partículas finas en suspensión.
Para Bénédicte Jacquemin, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del INSERM (Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia), el estudio "es bastante bueno porque se basa en una población bastante grande y se usa una metodología buena para medir las enfermedades y el tráfico de manera relativamente buena, pero no es del todo nuevo y tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, se basa sólo en informes médicos, no tiene datos de confusión, es decir, otros datos que pueden estar asociados como el índice de masa corporal, si son fumadores o no... En definitiva, datos individuales de todos los participantes".
Jacquemin habla de dos tipos de contaminantes. "Unos se quedan en los pulmones y causan estrés oxidativo e inflamación, pasan a la sangre y de ahí van a otras partes. Otras partículas finas no se quedan en los pulmones, pero van al torrente sanguíneo y de ahí a otras partes y al cerebro. Ambos afectan, aunque se necesitan más estudios".

Aumento de la mortalidad

Los efectos de la polución sobre la salud se dividen en agudos -los que se dan inmediatamente cuando hay picos de contaminación, como estos días en Madrid- y los crónicos -cifras más bajas de contaminación pero a largo plazo-. Entre los primeros destaca el aumento de la mortalidad, de los infartos y las enfermedades cardiovasculares, así como de las respiratorias, como asma y EPOC. Entre los segundos, sobresale también el aumento de la mortalidad y de padecer problemas cardiovasculares y respiratorios, cáncer (especialmente de pulmón), diabetes, problemas de desarrollo cognitivo en los niños y que éstos registren un bajo peso al nacer. Asimismo, podría afectar a la fertilidad y se asocia con un mayor índice de abortos y de prematuridad.
Según la OMS, en 2014 hubo 3,5 millones de muertes en todo el mundo provocadas por la contaminación. En Europa, se estima que entre un 5% y un 6% de los fallecimientos se deben a esa causa. Un informe de Ecologistas en Acción presentado en 2015 destacaba que cada año en España se registran cerca de 27.000 muertes prematuras por afecciones derivadas de la contaminación del aire. "La contaminación atmosférica tiene muchas fuentes, pero la principal es el tráfico automotriz. Los diversos estudios indican que los del tráfico podrían ser los contaminantes más nocivos para la salud y la que emiten los vehículos diésel es aún peor", explica Jacquemin.
Cabe preguntarse por qué si cada vez está más clara la relación de la contaminación con diversas afecciones, son tan polémicas las medidas que tratan de disminuir esa contaminación. "Yo estudio los efectos de la contaminación en la salud, por tanto, no soy la más adecuada para decir si las medidas que se han tomado son las más adecuadas o no; sí sé que se necesita tomar ciertas medidas para que bajen los niveles de polución, pero la gente no está suficientemente sensibilizada con la contaminación y sus efectos, y no quieren renunciar a ciertas comodidades, por lo que todo lo que sea reducir el uso del coche privado provoca una gran polémica", subraya Jacquemin.
Resultado de imagen de autopistas trafico

miércoles, 15 de febrero de 2017

Las muertes ligadas al consumo de tabaco aumentarán hasta 8 millones en 2030

La cifra anual de muertes ligadas al consumo de tabaco en el mundo se incrementará de los seis millones actuales a ocho millones de personas en 2030, y el 80% de esos fallecimientos se producirán en los países de bajos y medianos ingresos, según un estudio presentado este martes elaborado por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El texto, titulado "La economía, el tabaco y del control del tabaco", concluye que los países más afectados por el consumo de tabaco son los de bajos y medianos ingresos, que serán los que pagarán un mayor precio para hacer frente a las enormes consecuencias económicas que se derivan de la adicción. El 80% de los fumadores de todo el mundo viven en estos países y por ello se estima que el 80% de las víctimas mortales derivadas de dicho consumo se producirán en esas naciones.
Si bien a nivel global la prevalencia del consumo está cayendo, como la población mundial está creciendo, el estudio estima que "hay una gran posibilidad" de que el objetivo establecido por la OMS de que haya una reducción del 30% del consumo de tabaco en 2025 "no se alcanzará".

Otro aspecto que señala el texto son las consecuencias del consumo pasivo, tanto para las víctimas del mismo como para los sistemas públicos de salud, en muchos casos encargados de asumir el coste final de los tratamientos.

Intervención y prevención

Ante esa realidad, el informe aboga por que los gobiernos actúen de manera decidida e intervengan para evitar en la mayor medida posible el consumo de tabaco, dado que el coste posterior que tendrán es enorme.
El informe insta a los ejecutivos a que inviertan más en campañas de información y prevención, pues queda claro que hay muchas personas, y en especial los jóvenes -a los que el producto atrae especialmente- que no son conscientes de sus nefastas consecuencias.
"Existen políticas públicas e intervenciones programáticas efectivas para reducir la demanda de productos de tabaco y la muerte, enfermedad y costes económicos que resultan de su consumo, pero estas intervenciones están inutilizadas".
De hecho, el estudio pone en evidencia que "la vasta mayoría de la población mundial todavía no está adecuadamente cubierta por estas intervenciones".
Y cita, entre las más efectivas, pero no suficientemente usadas: altos niveles de impuestos al tabaco, políticas de espacios libres de humo, prohibición de la mercadotecnia del tabaco y campañas de información, entre otras.
El estudio señala que todos estos programas tienen un elevado "coste-efecto" dado que el retorno de su implementación es mucho mayor de lo que cuesta aplicarlos.

Control

El problema, según los autores del texto, es que pocos gobiernos revierten los impuestos recabados a través de la tasación a los productos de tabaco a aplicar otras intervenciones de prevención del consumo.
La OMS estima que en 2013-2014, los impuestos globales al tabaco generaron 269.000 millones de dólares de ingresos para los gobiernos, pero éstos sólo invirtieron 1.000 millones en el control del tabaquismo.
El texto destaca, además, que el control del tabaco reduce las disparidades de salud entre ricos y pobres, dado que son los primeros los más afectados por el consumo y por lo tanto por el gasto.
"El consumo de tabaco contribuye a la pobreza, dado que las enfermedades causadas por el tabaco llevan a más gasto en salud y a ingresos reducidos".
Asimismo, el estudio recuerda que se ha comprobado que los aumentos de precio tienen un impacto directo en la reducción del consumo entre los pobres.
Finalmente, el informe deja claro que el control del tabaco no perjudica a las economías, dado que el número de empleos de la industria tabaquera se ha reducido en los últimos años a causa de innovaciones tecnológicas, a la globalización y a las privatizaciones, y no a la lucha contra la adicción.
Resultado de imagen de tabaco y muerte

domingo, 12 de febrero de 2017

Beber alcohol da hambre porque activa las mismas neuronas

Beber un aperitivo para abrir el apetito es una práctica humana desde hace siglos y los estudios modernos confirman que el alcohol favorece el hambre. Ahora un grupo de científicos ha descubierto, en ratones, el motivo: el alcohol activa las mismas neuronas que normalmente estimulan el hambre.
Un artículo que publica hoy Nature Communications establece ese vínculo en un estudio realizado en ratones que puede ayudar a entender por qué el consumo de alcohol lleva a la sobreingesta de alimentos.
Beber alcohol se asocia al consumo excesivo de comida, pero las causas subyacentes no están claras pues esa sustancia tiene muchas calorías y la ingesta de calorías normalmente suprime las señales de apetito del cerebro, según un estudio del Instituto Francis Crick, de la University College y del King's College, todos ellos de Londres.

El grupo de expertos, dirigido por Denis Burdakov, identificó los mecanismos neuronales que generan este comportamiento en ratones y demostraron que los componentes fundamentales de los circuitos de la alimentación en el cerebro, ubicados en el hipotálamo, también son activados por el alcohol.
Además, descubrieron que la actividad de las neuronas Agrp del hipotálamo es esencial en la sobreingesta de alimentos inducida por el etanol, uno de los componentes del alcohol, en ausencia de factores sociales que puedan inducir a comer en exceso.
Para el estudio, los científicos suministraron a los ratones 180 mililitros de alcohol durante tres días, lo que condujo a un "significativo" incremento de la ingesta de comida en comparación con los roedores del grupo de control a los que se les administró alcohol.
Los autores descubrieron que las neuronas Agrp que estimulan el hambre, las cuales forman parte del circuito de alimentación en el cerebro de los ratones, también se veían activadas por el alcohol y si se eliminaba la actividad de esas neuronas también se eliminaba la sobreingesta de alimentos provocada por esa sustancia.
Resultado de imagen de alcohol hambre

jueves, 9 de febrero de 2017

El lazo que une estrés e infarto

En 2008, un estudio de la Universidad de Cambridge demostró que las crisis bancarias disparan las muertes por problemas de corazón. Según sus datos, el miedo y la angustia de ver peligrar los ahorros de toda una vida pueden provocar un aumento del 6,4% de los fallecimientos por infarto, al menos en los países ricos.
Pero éste no es el único trabajo que ha sacado a la luz los lazos que existen entre el estrés y la salud cardiovascular. De hecho, hace tiempo que los médicos saben que el corazón y el cerebro se resienten con la presión y las tensiones, aunque, hasta ahora, no estaban claros los mecanismos que explican esta relación.
Una investigación publicada en el último número de la revista The Lancet describe, por primera vez, todos los posibles eslabones de esa cadena. Y señala que la actividad de la amígdala, una parte del cerebro involucrada en el manejo de las emociones, es clave para iniciar el proceso. Es más, sugiere que la actividad de la amígdala puede ser útil para predecir, de forma independiente a otros factores de riesgo, la posibilidad de padecer un problema cardiovascular.

Aunque sus conclusiones necesitan confirmación, los autores de la investigación sugieren que el hallazgo puede ayudar a encontrar nuevas formas de reducir el riesgo cardiovascular y piden que el estrés crónico se trate en las consultas como un factor de riesgo cardiovascular importante, recibiendo una atención similar a la que se presta a otros signos de alarma, como la hipertensión o el tabaquismo.

La investigación

Para llevar a cabo su trabajo, los investigadores sometieron a 293 individuos sin problemas cardiovasculares previos a un PET-TAC, una prueba que combina dos técnicas de imagen y permite ver la actividad y el metabolismo de los tejidos y órganos del cuerpo. Después, registraron durante casi cuatro años cualquier problema cardiovascular experimentado por los participantes.
Al estudiar los datos obtenidos -durante el seguimiento un total de 22 personas sufrieron un infarto, una angina o un ictus-, los investigadores de la Universidad de Harvard, dirigidos por Ahmed Tawakol, comprobaron que los que presentaban una mayor actividad amigdalar tenían también un mayor riesgo de padecer antes un problema cardio o cerebrovascular. Esa activación se asociaba, a su vez, con una mayor actividad de la médula ósea y con signos claros de inflamación de las arterias.
Aunque los investigadores no han podido establecer una relación causal, sugieren la existencia de un mecanismo en cadena entre los fenómenos observados: los incrementos en la actividad de la amígdala provocarían un mayor trabajo de la médula ósea que, espoleada desde el cerebro, aumentaría su producción de células hematopoyéticas, como glóbulos blancos. En última instancia, estas células alterarían el estado de las arterias, provocando inflamación y favoreciendo la formación de placas de ateroma, la antesala de la isquemia.
En un subexperimento dependiente de la investigación principal, los científicos evaluaron posteriormente los niveles de estrés percibidos por 13 individuos con problemas de estrés crónico -como trastornos de estrés postraumático-. Y comprobaron que sus percepciones de estrés se asociaban con una mayor actividad amigdalar, un incremento de la inflamación en las arterias y un aumento de sustancias relacionadas con la inflamación, como la interleukina 6 o la proteína C reactiva. En concreto, los individuos que manifestaban sufrir unos mayores niveles de estrés eran también los que mostraban una mayor actividad amigdalar, así como más signos de inflamación en sus vasos sanguíneos.
"Varios estudios en animales habían señalado antes que había una asociación entre el estrés y una mayor actividad de la amígdala y la médula ósea. Sin embargo, no se había demostrado, como hace este trabajo, todo un mecanismo fisiopatológico que subyace a la relación entre estrés e infartos", apunta María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), quien recuerda, con todo, que las conclusiones del trabajo deben ser replicadas por nuevas investigaciones.
Estos trabajos deberán dilucidar también si el estrés contribuye, por otras vías, a elevar el riesgo cardiovascular y de qué forma se combinan sus efectos con otros factores de riesgo cardiovascular.
A la espera de nuevos resultados, los autores de la investigación sugieren que es importante que los médicos tengan en cuenta la necesidad de abordar los problemas de estrés cuando los detecten en las consultas ya que, "más alla del beneficio psicosocial", este abordaje puede redundar en "beneficios para el sistema cardiovascular".
Para estos científicos, el estrés no ha recibido la misma consideración que otros factores de riesgo -como la hipertensión o el tabaquismo- a la hora de prevenir problemas cardiovasculares. Sin embargo, Manuel Abeytua, presidente de la sección de Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), señala que la relación entre la ansiedad y los problemas de corazón es bien conocida entre los cardiólogos y sí se aborda, sobre todo, en la prevención secundaria. "Los servicios de rehabilitación cardiaca cuentan, de hecho, con un psicólogo y psiquiatra y una de las cosas que se trabaja con los pacientes es el manejo del estrés", señala.
Uno de los problemas ligados a la consideración del estrés como factor de riesgo independiente es la dificultad de separarlo de otros signos de alarma, ya que las personas estresadas tienden a fumar más, llevar una alimentación pobre y una vida sedentaria. En este sentido, lo importante es recordar que cuantos más factores de riesgo se acumulen, mayores son también las posibilidades de sufrir un infarto, recuerdan Abeytua y Alonso de Leciñana.