sábado, 29 de abril de 2017

Luchando contra los gases

No existe un registro oficial sobre el número de personas que acuden al médico por problemas de gases, una queja frecuente para la población en general. Sin embargo, sí podemos afirmar que ocupan un gran volumen en las consultas de atención primaria. Quien más o quien menos ha sido víctima de ellos alguna vez, dificultando de forma más o menos seria su calidad de vida. ¿Cuándo pueden suponer los gases un problema? ¿Cómo podemos reducirlos?
En medicina se utiliza el término meteorismo cuando se habla de molestias relacionadas con la presencia de gas en el intestino. Según explica a EL MUNDO Jerónimo Fernández Torrente, médico general del Centro de Salud La Milagrosa de Lugo y vicesecretario de la Organización Médica Colegial, se define comúnmente como meteorismo (flatulencia) la sensación de tener el abdomen hinchado, distendido y pleno. Puede ser debido a la existencia de un aumento real del contenido de gases en el intestino por muy diferentes causas, y/o a una sensibilidad personal aumentada a la distensión de la pared intestinal. Es decir, hay gente más sensible a percibir los gases de forma molesta sin que tengan realmente más gases. En este segundo caso suelen coincidir otros trastornos funcionales del aparato digestivo asociados como la dispepsia funcional o el síndrome del intestino irritable.
"Quejarse de gases (o meteorismo) es un problema muy frecuente en la población general, y en la mayor parte de los casos se trata de un trastorno benigno que no tiene ninguna causa importante", afirma Ricardo Gómez Huelgas, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital General de Málaga. Los síntomas más frecuentes son sensación de hinchazón, distensión abdominal, ruidos en las tripas (borborigmos), eructos frecuentes, ventosidades y, a veces, dolor abdominal.

¿Por qué aparecen las molestias?

La causa más habitual del meteorismo es la aerofagia, es decir, tragar aire inconscientemente -sobre todo al comer-. Sin embargo,"hay personas que tienen meteorismo y pueden no tener aerofagia", aclara Gómez Huelgas. La aerofagia está muy relacionada con el estrés y la ansiedad, por lo que este tipo de situaciones suelen ser más susceptibles a la aparición de gases. Por ejemplo, personas que tienen una respiración más acelerada o que suspiran mucho son más propensas a tenerlos.
Por otro lado, factores tan importantes como "la inmovilidad o el estreñimiento pueden favorecer el meteorismo, y esto se suele ver más en personas sedentarias, obesas y ancianos", señala Mercedes Ricote Belinchón, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y miembro del Grupo de Trabajo de Digestivo de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN). Por ello, a las personas que tienen más tendencia a los gases se recomienda que sean activas y que hagan ejercicio físico de forma regular, sobre todo que caminen después de las comidas.
Pero además de estas, existen otras causas que con mayor o con menor frecuencia pueden ocasionar gases intestinales. Algunas de ellas son: comer alimentos flatulentos y bebidas gaseosas y carbonatadas; hacer un cambio brusco en la alimentación -especialmente por un aumento de alimentos ricos en fibra-; padecer una enfermedad celiaca, o una intolerancia alimentaria (en ocasiones, aunque poco frecuentes, un exceso de gases puede ser un síntoma de estas patologías); y/o por tomar antibióticos: "Estos medicamentos alteran la flora intestinal y pueden ser responsables de un aumento de gases o ventosidades malolientes. Otros como los protectores de estómago también pueden alterar la digestión normal y la flora intestinal", expone Fernández Torrente.
Cabe mencionar que, aunque en raras ocasiones, los gases pueden ser un síntoma de algunas neuropatías como por ejemplo la diabetes: "Estos casos son poco habituales y tienen que ver fundamentalmente con pacientes que tengan complicaciones ya avanzadas de la diabetes", aclara Gómez Huelgas. Por ello insiste: "La mayor parte de los cuadros de meteorismo son benignos, y su causa principal es tragar aire de forma inconsciente. Bien es cierto que se debe descartar una intolerancia alimenticia u otro tipo de patologías, pero son casos mucho menos frecuentes".

¿Hasta qué punto son molestos?

Los problema de gases se convierten en un problema cuando interfieren en la calidad de vida de la persona, en este caso sería recomendable ir al médico; pero sobre todo habría que ir si los gases se acompañan de otros síntomas como dolor abdominal, cambios en el ritmo intestinal, o de algún síntoma anormal como vómitos o sangre en las heces.
Según sostiene Fernández Torrente, por regla general, los problemas de gases son transitorios y en la mayoría de los casos carecen de importancia. "Los eructos y la distensión abdominal por gases, aunque son molestos, no son una enfermedad grave, por lo que no hay que preocuparse en exceso", afirma. Es cierto que hay personas más propensas a meteorismo que otras, que ciertos alimentos flatulentos caen peor en algunas personas pero en la mayoría de los casos, basta con hacer algunos cambios en los hábitos alimenticios y en la forma de comer para mejorarlos, y también es aconsejable prestarles menor atención.
"La forma en que se come es fundamental", sostienen los especialistas. Por ello, es recomendable hacerlo de forma relajada, sin hablar mucho, masticando bien los alimentos, evitando beber durante las comidas -mejor beber antes o después- y caminar unos 15 minutos después de cada comida. "También es aconsejable no fumar (las personas que fuman tienen más gases) y evitar chupar caramelos y mascar chicle", señala Ricote Belinchón.

martes, 25 de abril de 2017

Cuidarnos del sol en verano

Desde Mamicenter y a partir de dos preguntas que nos han hecho madres intentaremos aclarar todo o casi todo lo referente a cómo nos tenemos que cuidar del sol en verano.
Me gustaría saber que protección solar aplicar a mi bebé de 6 meses, y qué diferencia hay entre los protectores de pantalla física y química. Ana
Antes que nada, y para empezar por lo más importante, un bebé de seis meses no se debe exponer a la luz del sol directa, por más que te haga ilusión salir con él o llevarlo a la playa o mojarlo en el agua del mar. Los dermatólogos no dejan de insistir en ello y algo de razón tendrán.
Ten claro que porque esté a la sombra no quiere decir que ya esté protegido. De cualquier manera hay que usar gorros, fotoprotección solar y ropa adecuada, ya que la sombra por sí sola no es una protección solar suficiente porque existe la radiación solar indirecta, que es por reflejo de la luz solar en otras superficies como arena, pavimento o agua.En caso de que nos expongamos al sol porque la situación así lo requiera hay que protegerlos buscando un sitio con sombra adecuada (sombrilla, árbol, capota del maxicosi, etc.)
La ropa que uses tendría que ser confortable, de color no excesivamente oscuro, suelta y ligera. Debe cubrir superficies amplias corporales y ser más bien larga. Gorritos con reborde amplio que dejen bajo sombra la cara y las orejas son muy necesarios, y te aseguran una buena cobertura de las zonas más sensibles como la cara y el cuello.
Diferencia entre factor físico y factor químicoEn cuanto al protector, tiene que ser de línea especial para la piel sensible del bebé ya que solo tiene seis meses (cada casa comercial tiene la suya, y verás que la composición de las pantallas solares de niños menores de un año o de seis meses es diferente de la línea infantil que es para niños más grandecitos), y como mínimo el FPS debe ser de 30.
Los filtros físicos actúan reflejando la luz solar, y son de amplio espectro ya que reflejan tanto la luz visible como la ultravioleta. Los más utilizados son el dióxido de titanio y el óxido de zinc (son compuestos comunes que podemos encontrar también en la pasta al agua que se aplica en el cuidado de la zona del pañal diario del bebé o en la pasta de dientes).
Los filtros físicos puros son los indicados para bebes muy pequeños hasta los dos años de edad, ya que no se absorben en la piel y logran el efecto pantalla deseado. No producen reacciones de fotosensibilidad y son bien tolerados. Como contra tienen que solo logran una protección de factor 25 y que son bastante pastosos y un poco antiestéticos al quedar blancos sobre la piel. Estos son los indicados en tu bebé que tiene seis meses.
Los filtros químicos absorben la radiación ultravioleta impidiendo su penetración. Pueden provocar reacciones de fotosensibilidad y dermatitis de contacto, por lo que no se usan nunca solos. La gran mayoría de los protectores solares para niños que hay actualmente en el mercado llevan una mezcla de filtro físico y filtro químico y se pueden usar con total tranquilidad a partir de los dos años, aunque es recomendable que antes de aplicarlo por todo el cuerpo por primera vez pongas una pequeña cantidad en la cara para ver si presenta algún tipo de reacción.
Es importante saber que ningún protector solar proporciona protección completa para el efecto de los rayos UV. Parte de los rayos alcanzarán la piel incluso usando el protector solar más completo y caro del mercado. Por lo tanto, el daño por la radiación solar tendrá lugar si el tiempo de exposición es prolongado y no se usan otras medidas de protección (gorros, ropa adecuada, gafas de sol).


Cuando compremos un protector solar también hay que mirar la especificación acerca de la protección de rayos que cubre, habitualmente cubren UVB y actualmente prácticamente todos cubren UVA también, en ese caso tendrán este símbolo:

¿Y qué es esto de los UVA y UVB?

Pues son los rayos ultravioletas. Siempre se ha incidido mucho en que los UVB son los responsables del daño cutáneo ya que inciden fundamentalmente en la epidermis, quemaduras solares e incluso el cáncer de piel. Pero los UVA también la atraviesan y tienen su participación. Por eso es imprescindible que en el envase especifique el tipo de protección.
Es fundamental saber ciertas cosas acerca de los protectores solares:
  • Se deben aplicar 30 minutos antes de salir de casa.
  • No hay que dejar de aplicarlos en los días nublados


  • La frecuencia de renovación habitual es cada dos horas, aunque si está todo el día corriendo y sudando y se baña frecuentemente, o sea, lo normal, debería ser más frecuente.
  • Aplicarlo frotando y extendiendo bien. Asegurarse de cubrir todas las áreas corporales expuestas, sobre todo la cara, los pies, las manos, así como las zonas que no están cubiertas por la ropa.
  • En la cara aplicarlo incluso en la nariz, los labios y las orejas (no en los párpados, esta parte se protegerá con el gorro).
¿A partir de qué edad se puede poner crema de protección solar a un bebé? ¿Qué recomendaciones hay al respecto? Tengo un bebé de 4 meses y vamos a viajar a Canarias, mi intención no es ponerlo al sol pero en los paseítos es inevitable que le dé. Miriam.
En principio, un bebé de menos de seis meses no debería estar expuesto a la luz solar por lo que no necesitarías usar ningún tipo de protección. En caso de que sea inevitable por alguna circunstancia como es tu caso debería ser un protector solar con filtro físico. De cualquier manera, es importante recalcar que la ropa es la principal pantalla solar que podrás usar.
La ropa que llevan en verano ha de ser de un color no muy oscuro y no muy ajustada. La ropa más oscura protege más de los rayos UVB, pero es más calurosa. El factor que más influye en disminuir el paso de más o menos cantidad de radiación no es el color sino el grosor y el tramado estrecho del tejido.
Algunas prendas muestran en el etiquetado el factor de protección solar que se les puede atribuir en función de su capacidad de bloqueo solar. A falta de estos etiquetados, nos podemos hacer una idea de cuánto sol dejan pasar viendo la consistencia de la sombra que consiguen proyectar sobre el suelo al extenderlas bajo el sol.
Las ropas deben cubrir la mayor parte de la piel posible: mangas más bien larguitas, cuellos más bien altos, bermudas. Los niños siempre deben llevar camisetas y otras prendas corporales cuando están jugando.
Los gorros también son muy importantes, tienen que ser de ala ancha (8-10 cm de ancho) y/o visera frontal. Son también muy recomendables los de tipo legionario con extensiones hacia atrás.
En las respuestas a estas dos preguntas creo que hemos contestado varias dudas prácticas, pero la parte más importante es: ¿Por qué insistimos tanto los pediatras y los médicos con la fotoprotección?
A todos nos gusta el sol, y nos gusta estar mucho bajo sus efectos: el sol, el calor, la playa, el verano, siempre los asociamos a buenos y gratos recuerdos de nuestra niñez y queremos que nuestros niños vivan lo mismo. Pero quizás antiguamente no se era tan consciente del daño que nos podían producir las exposiciones solares prolongadas.
A corto plazo podemos sufrir quemaduras, golpes de calor, inhibición de nuestro sistema inmunitario; y a largo plazo, envejecimiento de nuestra piel y desarrollo de lesiones cancerígenas. Según los últimos datos de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), se diagnostican 3.600 casos al año en España y 160.000 casos al año en todo el mundo, aunque para contrarrestarlo, actualmente las cifras son estables, tras años de crecimiento. Esto quiere decir que las campañas de fotoprotección poco a poco van haciendo efecto.
¿Y por qué hacemos tanto hincapié en los niños? Porque pasan muchas horas al aire libre. Los adultos, por desgracia, a menos que nos dediquemos a trabajar en el campo, la luz que más vemos durante el día es la de nuestro escritorio o en mi caso el fluorescente de la consulta. En cambio ellos juegan, van a la playa, hacen deporte... La media estimada es de dos horas y media al día y se ha calculado que la mayoría de sol potencialmente dañino se recibe antes de los 18 años, por eso es el rango de edad en dónde más hay que incidir.
Por otro lado, la piel de un niño es más sensible al daño solar, ya que sus mecanismos de defensa no están tan desarrollados, su piel es más fina y la cantidad de melanina menor (sobre todo en los menores de 12 meses).
En resumen, para disfrutar del verano y disminuir los efectos dañinos del sol:
  • La primera medida a tomar debe ser siempre predicar con el ejemplo, así como lo hacemos con la alimentación, la higiene corporal y otros buenos hábitos. Los cuidados con el sol no se deben quedar atrás.
  • Si los niños ven que nosotros nos protegemos de la misma manera que lo hacemos con ellos, poco a poco lo verán como normal y serán ellos mismos cuando sean más grandecitos los que se cuidarán.


Ropa protectora.


  • Usar gorro, ropa adecuada y gafas de sol (son preferibles las de tipo envolvente con capacidad de filtrar rayos UVA y UVB en un 100%; para niños muy pequeños hay modelos con elástico para que no se las puedan quitar).
  • Limitar la exposición solar fuera de las horas centrales, no acudir a la playa entre las 12.00 y las 17.00 (aquí podemos aprovechar para cocinar ricas y saludables comidas de verano, para dormir una siesta para coger fuerzas para más tarde, o leer o realizar hacer actividades derepaso... solo algunas ideas).
  • Usar un fotoprotector adecuado a la edad, resistente al agua, de baja absorción cutánea (algunos niños presentan reacciones de sensibilidad en la piel con algunos filtros químicos). Recordar que usar un protector solar no quiere decir que podamos estar tiempos más prolongados bajo el sol, su función solo es proteger.
Como apunte extra, algunos consejos en caso de quemadura solar (que espero que después de leer este artículo no lleguen a producirse):
  • Realizar baños de agua fría-templada, evitando frotar la piel y evitando el uso de perfumes en la zona.
  • Beber bastante agua asegurando así una buena hidratación.
  • Acudir al médico ya que puede estar indicado una crema con corticoides según el grado de la quemadura.
  • Si hay dolor puede ser necesario el uso de calmantes como paracetamol o ibuprofeno.
  • Evitar absolutamente la exposición solar hasta que se resuelva el cuadro.
  • NO VOLVER A QUEMARNOS MÁS, LA PIEL TIENE MEMORIA Y ESTA QUEMADURA SE LA GUARDA, Y QUEMADURA MÁS QUEMADURA NOS PUEDE DAR UN SUSTO MÁS ADELANTE.

viernes, 21 de abril de 2017

El aguacate

No todo lo que usted ponga de más en el plato jugará en su contra en la báscula. Esto demuestra una investigación dirigida por el profesor Joan Sabaté, director del departamento de Nutrición de la Universidad de Loma Linda (California, Estados Unidos), que revela que añadir medio aguacate al menú diario desemboca en comer menos. Básicamente, comprobaron que el efecto en el organismo de la composición de esta fruta reduce en un 40% el deseo de picar algo durante las tres horas siguientes. Una cualidad que lo convierte en un buen aliado para evitar ir a la nevera cada dos por tres o, mejor aún, para no servirse cantidades ingentes de comida con la idea de que cuanto más coma ahora, menos comerá después.
Es cierto que el aguacate, por su aporte calórico (160 calorías por cada 100 gramos, como el conejo, el vino dulce o la leche condensada sin azúcar), no parece el mejor aliado para perder peso, pero a su favor hay que decir que, según el estudio, este alimento no genera un aumento ni una bajada rápida de la glucosa en sangre, que es lo que activa la apetencia y la necesidad de comer. “Las grasas en general son las que más retardan la sensación de tener apetito y el aguacate tiene un gran contenido en grasa insaturada buena”, explica el doctorAntonio Escribano, médico especialista en Endocrinología y Nutrición y responsable médico de nutrición de la Federación Española de Fútbol y de Baloncesto.
“La grasa, junto con la proteína, no activa la insulina, que es la que produce bajadas rápidas de azúcar y estimula el apetito, algo que sí ocurre con los hidratos de carbono u otro tipo de azúcares. Además, tiene una digestión muy laboriosa y lenta, lo que contribuye a que el organismo tarde en pedir alimento”, añade el experto.

Huevos, lácteos y tofu

Es recomendable conocer la composición de los alimentos a la hora de cuidar nuestra alimentación, porque no todos causan la misma reacción en el organismo. Un estudio de 2010 realizado por la doctora Nerys Astbury de la Universidad de Oxford concluye que los alimentos con un alto contenido en proteínas aumentan la sensación de saciedad con respecto a otros menos proteicos.
También es buena idea recurrir a los alimentos con mucha fibra, como higos, legumbres o cereales, que generan la impresión de tener el estómago lleno. “La avena tiene mucha fibra y proteínas que sacian y aportan bastante energía, por lo que es estupenda para la dieta del deportista”, cuenta la especialista. Un buen tazón de muesli variado a primera hora resulta una opción saludable. Además, quienes desayunan regularmente un tazón de cereales tienden a estar mejor proporcionados en la relación cintura-altura, como se desprende de un estudiorealizado entre más de dos mil adolescentes por el Instituto Nacional del Corazón, el Pulmón y la Sangre de Estados Unidos (NHLBI, por sus siglas en inglés).“Las proteínas segregan en el intestinopéptido YY, una sustancia que se encarga de reducir el apetito y convierte en saciantes a los alimentos portadores ”, explica la nutricionista Elena Sánchez, del Centro Deportivo Supera La Lanera, en Palencia. Esto coloca en el punto de mira a la carne, los huevos, los lácteos y los alimentos ricos en proteínas vegetales como el tofu, soja y frutos secos, como buenas opciones para retrasar la sensación de apetito y no lanzarse a la comida con un ansia voraz.

Lo más saciante es comer… poco

Ahora bien, si lo que busca es adelgazar, sepa que su baza está en la reducción de cantidades. "Si mermamos nuestra dieta en un 30% sin quitarnos ningún alimento, comeremos bien y bajaremos de peso”, afirma Escribano, que también es autor de los libros Aprende a comer y a controlar tu peso (Booket) y Come bien, vive más y mejor (Espasa). Una teoría avalada por trabajos que pueden parecer pintorescos, como el elaborado por la Universidad de Bond en Queensland (Australia) sobre la correspondencia entre usar platos pequeños para ingerir menos comida.
El cerebro manda
La fórmula es sencilla y el mecanismo innato: “Si come poco, acabará teniendo poca hambre y si come mucho, tendrá mucha hambre”, asegura el médico, quien explica que en nuestros orígenes como seres humanos, el hambre nos llevó a desarrollar un mecanismo reflejo: comer mucho si había alimentos para no desaprovechar el momento, y reducir el apetito en el caso contrario para evitar sufrir por hambre. “Si alguien quiere comer poco, la mejor manera es empezar a comer poco. En cuatro o cinco días se desarrolla este mecanismo”, añade el médico.
Sentirse lleno o no está en su cabeza. Esta sensación reside en una zona del cerebro llamada centro de la saciedad. “Se activa en cuanto empieza a caer algo de comida en el estómago y llega a su apogeo unos 15 o 20 minutos después de haber ingerido el primer bocado. No está directamente relacionado con la cantidad, sino con el tiempo que tardamos en comer”, matiza el experto.
Y he aquí el verdadero truco: masticar la comida unas 25 veces por bocado. "Esta es la mejor manera de encontrarse lleno. Primero, porque los músculos maseteros de la mandíbula están conectados con el centro de la saciedad. Y después, porque así la comida se mantiene por más tiempo en contacto con la lengua, encargada de percibir el sabor. Cuanto más continuada e intensa sea esta percepción, antes se activa el centro de la saciedad”, añade.
Otro truco que recomienda Escribano para saciarnos al comer es tomar una fruta antes del refrigerio. “Esto nos ayudará a subir el azúcar en sangre, lo que reduce la sensación de hambre. La manzana es estupenda porque tiene de todo: vitaminas, minerales, potasio y fibra. Y no es cierto que engorde en ayunas, solo aporta unas 50 calorías y su contenido en fructosa resulta beneficioso para el organismo”. Un trabajo de investigación de Julie E. Flood-Obbagy y Barbara J. Rolls, de la Universidad Estatal de Pensilvania, refrenda las palabras de Escribano, e incide en que la fruta fresca en estado sólido llena más  que un zumo de la misma pieza.
El extraño caso del aguacate: ¿engorda o adelgaza?

lunes, 17 de abril de 2017

El daño de la soledad

La soledad es la carencia voluntaria o involuntaria de compañía, así como el sentimiento de pesar y melancolía que se experimenta por la ausencia de alguien. A la palabra soledad le acompañan muchos sentimientos negativos, pero además de ser dañina para la salud mental, también es perjudicial para la salud física, según un reciente estudio publicado por la revista Heart.
Este análisis realizado por investigadores del Instituto para el Envejecimiento de la Universidad de Newcastle y miembros del Departamento de Salud y Ciencias de la Universidad de York (Reino Unido), establece que la soledad y el aislamiento social están relacionados con el incremento del riesgo de sufrir ictus o un ataque al corazón, en concreto, el peligro aumenta un 30%. Incluso, la magnitud de los efectos de estas emociones negativas es equivalente a los síntomas que se experimentan cuando se sufre de ansiedad o estrés laboral.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han consultado 16 bases de datos científicas, de las cuales seleccionaron 23 análisis relacionados con la investigación. Este estudio observacional ha involucrado a más de 181.000 adultos, incluidos 4.628 con enfermedades cardiacas (ataques al corazón y de angina de pecho) y 3.002 casos de ictus.
Además, la soledad ya ha sido relacionada en otros estudios anteriores con afecciones como un sistema inmune deprimido o hipertensión. "Se ha demostrado que siguen peor los tratamientos los pacientes con riesgo psicosocial, en estos casos, la adherencia a los tratamientos farmacológicos es significativamente peor", asegura José María Lobos, coordinador del grupo de trabajo de Enfermedades Cardiovasculares de la SEMFYC (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria). "La percepción que tienen estas personas está alterada debido a ese problema de soledad, esto no les permite tener una referencia en cuanto a cómo perciben la salud las demás personas", aclara.
Sin embargo, los hallazgos respaldan las preocupaciones de los servicios sanitarios sobre la importancia de la necesidad del contacto social para la salud y el bienestar. Por ello, se insiste en que los factores sociales deben ser incluidos en la evaluación médica de los individuos (es decir, evaluar la cantidad y la calidad de las relaciones sociales), en la formación que se le da a los profesionales, en los registros médicos electrónicos y en las recomendaciones que se les ofrece a los pacientes. "Es muy importante, pero no es nuevo, las guías de prevención cardiovascular desde hace tiempo tienen en cuenta otros aspectos de la esfera psicosocial como la depresión, la ansiedad, el estrés en el trabajo, o el estrés en la familia-por ejemplo el paro-", dice.
Podría mejorar la calidad de vida de los afectados si se incorporan estas directrices y políticas a la prestación de los servicios sanitarios. Según señala el estudio, hospitales y clínicas deberían incluir la evaluación de la integración social y la soledad. También, la orientación de estos esfuerzos hacia la prevención primaria podría reducir importantes costes sanitarios. "Si la persona se siente sola porque no tiene alguien de confianza, entonces el objetivo podría ser encontrar un apoyo para esta persona, ya sea un miembro de la familia o un vecino o incluso un cuidador pagado", explica Nicole Valtorta, una de las autoras del estudio y miembro del Departamento de Salud y Ciencias de la Universidad de York (Reino Unido).
Pero uno de los mayores desafíos será el diseño de intervenciones eficaces para impulsar las relaciones sociales, teniendo en cuenta la tecnología. Los investigadores del estudio plantean una cuestión a la sociedad sobre si las redes sociales contribuyen a combatir la soledad, o por el contrario empeoran sus efectos. Este es un punto significativo, que consideran que debe de ser tenido en cuenta en próximas investigaciones. "Las redes sociales pueden abrir el abanico social de los individuos, pero si se abusa de ellas pueden dar lugar al sedentarismo", afirma Lobos.
Incluso, en otros países de Europa, como es el caso de Reino Unido, se han emprendido varias iniciativas públicas destinadas a reducir el aislamiento social. Aunque los esfuerzos actuales se centran principalmente en los mayores. "En Reino Unido, una de las estrategias actuales es adaptar las intervenciones a las personas, centrándose en la vinculación de las personas que se sienten solas o que están aisladas de sus comunidades locales, a través de la intervención de organizaciones benéficas", explica Valtorta.
Sin embargo, el estudio aclara que la atención a las personas con escasas relaciones sociales, no debe centrarse en grupos específicos de individuos. "Si bien esto parece un enfoque prometedor, pensamos que también sería pertinente pensar en las intervenciones para prevenir la erosión de las relaciones sociales. Es probable que esto implicaría intervenir mucho antes en el ciclo de vida, a través de la promoción de la integración social desde una edad temprana", asegura.
En último lugar el análisis confirma que debido al incremento del aislamiento social y la soledad en Europa y Norteamérica, tanto gobiernos como organizaciones de la salud y profesionales sanitarios deberían poner el foco de atención en estos dos factores, como ya han hecho con el tabaco y las dietas con alto contenido en grasas saturadas. Además, insiste en que hay que incrementar los esfuerzos en prevención e intervención.

jueves, 13 de abril de 2017

Errores en la alimentación



1.    Excesivo consumo de alimentos que contienen grasa saturada y colesterol, y otras fuentes (dulces, bollería y fritos industriales)

2.    Exceso  consumo de salazones y otros alimentos salados y conservados en sal.

3.    Exceso consumo de alimentos enlatados , conservas y precocinados.

4.    Bajo consumo de alimentos que aportan fibra dietética.

5.    Inadecuado consumo de leche y derivados. Sustitución de la leche natural por productos lácteos modificados algunos de los cuales incorporan exceso de grasas, azúcares y en consecuencia calorías.

6.    Seguimiento de dietas mal planificadas, incompletas, mágicas y absurdas.

7.    Afición sobre todo entre los jóvenes a los snacks, las comidas rápidas, exóticas, excesivamente condimentadas y picantes.

8.    Inadecuada hidratación . Sustitución del agua por bebidas gasificadas o refrescantes azucaradas.

9.    Incremento del consumo de bebidas alcoholicas de alta graduación  y excitantes(café).

10. Mala organización de las comidas.

domingo, 9 de abril de 2017

Sano y barato

Estamos obsesionados con la comida sana, lo cual no tiene nada de malo, al contrario. Una dieta equilibrada y un peso correcto es un factor de prevención fundamental para problemas óseos y articulares, diabetes, accidentes cardiovasculares e incluso determinados tipos de cáncer. Según la mayoría de estudios, para una comida sana el truco está en el equilibrio. Lo importante no es lo que se toma en un determinado momento, sino ver qué comes todos los días y qué tipos de alimentos abundan más o menos. Lo ideal sería preponderancia de frutas y verduras, algo menos de cereales, menos aún de carnes magras y pescado, muy poco de carnes grasas y casi nada de bollería industrial y aperitivos embolsados.

Lo sano es barato
Alimentos que debemos evitar: los que tengan mucho azúcar (etiquetado como azúcar, sacarosa, dextrosa, glucosa o jarabe o sirope de maíz) o los que tengan un porcentaje de grasa muy alto. Por ejemplo, patatas fritas de bolsa, aproximadamente un 30% del peso total es grasa. Eso no quiere decir que haya que prohibirlos, simplemente limitarlos a una vez a la semana o al mes. El simple hábito como pasarse a los refrescos sin azúcar le puede ahorrar una cantidad importante de calorías vacías cada día. Una lata de refresco puede contener 36 gramos de azúcar, el equivalente a 4 o 6 sobres. Es una tontería beberse dos vasos de refresco en una comida y luego tomarse el café con sacarina. Las bebidas alcohólicas también entrarían en el grupo de máxima limitación, ya sea en forma de cerveza o vino. Las supuestas propiedades nutricionales se pierden por los problemas que ocasiona el alcohol. Y ya puestos, para estar sano lo mejor es no fumar.

¿Qué precio tiene? Los alimentos que más deben consumirse –las frutas, verduras, y cereales– no son, ni mucho menos, los más caros del supermercado. Esto se debe a que son alimentos vegetales: su producción tiene un coste energético, pero una vez cosechados se consumen. En cambio, para producir carne el animal debe ser alimentado, muchas veces se hace con productos cultivados (piensos a base de soja y maíz principalmente), y luego convertir esa ingesta en carne, pero con eficiencia muy baja, por lo que el coste energético es mayor y eso queda reflejado en el coste. Solo hay que comparar los precios de un kilo de carne y uno de arroz, maíz o patatas. De hecho, el argumento más sólido a favor del vegetarianismo sería que es mucho más respetuoso con el medio ambiente que una dieta con un alto consumo de carne.
¿Realmente son necesarios? ¿Hace falta gastarse una buena suma de dinero en suplementos para mejorar la dieta? El Libro blanco de la nutrición en España dice que la dieta media de nuestro país es muy completa y que no presenta ninguna carencia. Hilando fino, podríamos decir que hay poco zinc (subsanable comiendo un poco de jamón serrano de vez en cuando); puntualmente las mujeres pueden tener falta de hierro y las personas de más de 50 años falta de vitamina D. Por lo tanto, salvo indicación del médico por algún problema o circunstancia específica, no se necesitan suplementos. De la misma manera, seguir una dieta sin gluten o sin lactosa solo es útil si se es celiaco o se tiene alguna intolerancia o alergia.Por lo tanto se puede seguir una dieta equilibrada a un coste asequible. No obstante, en temas de salud nadie repara en gastos y todos tenemos la percepción de que si algo es barato no es bueno, lo que suele ser aprovechado por alguien dispuesto a vender productos caros aunque no hagan falta. En los últimos años tenemos una megaoferta de suplementos nutricionales o alimentos que parecen mágicos. ¿Alguien se acuerda de las bayas de Goji? Unas moras bastante insípidas que nos decían que crecían a 4.000 metros en el Himalaya y dotadas de infinidad de propiedades. Realmente se importaban de China a mucha menos altitud y nutricionalmente no tenían nada especial. La moda se fue tal y como vino. Ahora tenemos los suplementos de colágeno con magnesio, es decir, una proteína que se degrada en el estómago y un mineral muy abundante en la dieta, por lo que su efecto es irrelevante. También podemos encontrar miles de suplementos vitamínicos o antioxidantes o cosas como la espirulina.
Por último, está la moda de las dietas supuestamente diseñadas para mejorar la salud, por ejemplo, las detox o las depurativas. Su base conceptual no se sostiene, porque si alguien está intoxicado no tiene que beber zumos de frutas, sino ingresar en un hospital y someterse a un lavado de estómago. Estas dietas se basan en consumir durante un determinado tiempo unos zumos en concreto, normalmente muy caros. Otras versiones consisten en complementar la alimentación con pastillas o preparados, también caros.Otro apartado merece la comida ecológica. Existe la percepción de que es más sana. La comida ecológica, orgánica o biológica es aquella que se produce según el reglamento europeo de producción ecológica que hace referencia a que en su cultivo se deben utilizar fertilizantes y pesticidas naturales. El problema de su menor eficiencia afecta a la producción y, por tanto, al precio del producto, que suele ser superior al convencional. Los estudios realizados indican que las propiedades nutritivas y para la salud de los alimentos ecológicos son similares a las de los convencionales, por lo que consumirlos se puede justificar por motivos ideológicos o filosóficos, pero no por motivos nutricionales.

Una dieta equilibrada no precisa de suplementos ni pastillas y nadie normal necesita desintoxicarse, en todo caso comer más fruta y verdura. Eso, de momento todavía es asequible. Por lo tanto, a la hora de sentarse a la mesa cada día, lo barato sí puede ser bueno y, sobre todo, sano.